Migración en España: Derechos, desafíos y políticas actuales

Si hay un tema que presente en las conversaciones, en los medios de comunicación y en los programas políticos, sin duda éste es el fenómeno migratorio. La socialdemocracia y las políticas progresistas se caracterizan por la rigurosidad en el diagnóstico para poder aportar soluciones equilibradas, justas y respetuosas con los derechos humanos.
Comenzamos con el diagnóstico. Un fenómeno tan complejo como el migratorio, con tantas aristas, no puede ser atendido con mensajes simples, imposibles de ejecutar y teñidos de racismo y xenofobia.
Si somos rigurosos, veremos que la migración es un fenómeno inherente a la historia humana. Desde tiempos inmemoriales, las personas han cruzado fronteras en busca de seguridad, oportunidades y una vida mejor. En la actualidad, unido a las mejoras en los medios de transporte, las crisis políticas, económicas y climáticas han intensificado los flujos migratorios.
Las causas que mueven a las personas a migrar son variadas, pero básicamente son:
- 1 – Por la condición de refugiado, reconocida a toda persona que, debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, opiniones políticas, pertenencia a determinado grupo social, de género u orientación sexual, se encuentra fuera del país de su nacionalidad y no puede o, a causa de dichos temores, no quiere acogerse a la protección de tal país, o al apátrida que, careciendo de nacionalidad y hallándose fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, por los mismos motivos no puede o, a causa de dichos temores, no quiere regresar a él.
Derechos que vienen recogidos en el artículo 13.4. de la Constitución Española, la Ley reguladora del Derecho de Asilo y la Protección Subsidiaria configura el asilo, con la Convención de Ginebra de 1951 y el Protocolo de Nueva York de 1967. - 2 – Por razones económicas, relacionada con las normas laborales deficientes, las altas tasas de desempleo y la salud general de la economía de un país. Los factores de atracción incluyen salarios más altos, mejores oportunidades de empleo, un nivel de vida más alto y oportunidades educativas.
Derechos que vienen recogidas en la Ley Orgánica 4/2000 sobre derechos y libertades de los extranjeros en España y su integración social, y en su Reglamento de desarrollo.
Los partidos de derecha y de extrema derecha sitúan la migración y soluciones arbitrarias, simples e ineficaces, como la devolución de todos los inmigrantes. España, desgradaciamente, no es una excepción. Oímos con frecuencia que los inmigrantes son los culpables de todos los problemas del país y que bastaría ser contundente con los que llegan al país para solucionarlo. Oímos que son personas “ilegales” porque no cumplen las normas, pero a la vez se propone que el Estado incumpla sus propias normas saltándose la Constitución Española y la ley Orgánica.
Pero lo primero que debemos preguntarnos es si deberíamos devolver en caliente a una familia ucraniana que ha sufrido la invasión de su país, a una profesional afgana que huye del régimen de los talibanes o una persona perseguida en un país dictatorial por motivos ideológicos, religiosos o de orientación sexual.
España sufrió en 1936 el alzamiento fascista que provocó un golpe de estado, una cruenta guerra civil posterior y una terrible dictadura, que solo trajo hambre, pérdida de derechos y libertad. Miles de españoles tuvieron que salir de su país huyendo del dictador. España tiene memoria, y no olvidamos qué países dieron un trato digno a los refugiados españoles defensores de la democracia. ¿Cómo queremos ser recordado ahora como país?. ¿Cómo aquellos países que dieron cobijo y asilo, con pleno respeto a los derechos humanos?. ¿O cómo aquellos otros que se limitaron a considerarlos un problema y a hacinarlos en espacios?.
La historia siempre nos trae grandes lecciones, y cuando estalló la II Guerra Mundial, quién ayudó a aquellos países a librarse del fascismo y de la opresión, y a recuperar la democracia, fueron aquellos refugiados españoles a los que no siempre trataron con el respeto que se merecían.
Pero la dictadura franquista no sólo trajo represaliados políticos. La situación de pobreza y dificultes económicas que ocasionó el régimen, provocó que muchos españoles y españolas buscaran mejores condiciones económicas. En los países de acogida, muchos de nuestros compatriotas sufrieron la xenofobia y el estigma, que desde luego debemos combatir.
El pasado de nuestro país nos muestra claramente que la apuesta que debe hacer España es por una política migratoria humanitaria y responsable. Pero también lo debemos hacer por el presente y por el futuro. La fuerza de los migrantes es totalmente necesaria para garantizar el Estado del bienestar.
Lejos de ser una carga, la migración ha demostrado ser un motor de crecimiento económico. Los migrantes contribuyen con su trabajo, innovación y cultura a las sociedades que les reciben. Diversos estudios han demostrado que los migrantes generan más riqueza de la que consumen en servicios públicos. Políticas de inclusión, como el acceso a la educación y el mercado laboral, permiten una integración exitosa y fomentan el desarrollo mutuo.
Las políticas migratorias pregonadas por la derecha y la extrema derecha, así como la criminalización de los migrantes no solo son inhumanas, sino que también han demostrado ser ineficaces. En lugar de reducir los desplazamientos, crean condiciones de vulnerabilidad, aumentan la explotación laboral y generan crisis humanitarias.
La xenofobia y el nacionalismo extremo han sido utilizados para justificar políticas de exclusión y discriminación. Sin embargo, la historia ha demostrado que las sociedades que abrazan la diversidad y fomentan la inclusión son más resilientes, innovadoras y prósperas. La migración es una oportunidad para construir comunidades más fuertes y solidarias, donde todas las personas tengan la posibilidad de contribuir y prosperar.
Empezamos este artículo señalando que uno de los hechos que diferencia a las políticas progresistas de los discursos xenófobos de la derecha es la rigurosidad en el diagnóstico. Pero debemos acabarlo señalando que otra de las grandes diferencias es la aplicación de soluciones justas, equitatitivas y respetuosas con los derechos humanos. En España esta diferencia es más que evidente. Llevamos décadas escuchando a la derecha señalar a los inmigrantes y prometer soluciones mágicas, pero cuando han gobernado no han propuesto ni una.
La norma fundamental que regula los derechos y libertades de los extranjeros en España y su integración social es el Reglamento de Extranjería. El primer reglamento de desarrollo que tuvo nuestro país fue 557/2011, siendo Presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero. Nuestro país tuvo que esperar hasta el año 2022 para que hubiera un nuevo Reglamento, tuvo que esperar que volviéramos tener como Presidente a Pedro Sanchez. Entre medias, el Gobierno de Rajoy no modificó el Reglamento ni propuso un nuevo marco. Se limitó a hacer discursos populistas, tintados de xenofobia y que sólo buscan polarizar a la sociedad.
Para concluir, recordemos, que el pasado mes de octubre, en el Congreso de los Diputados, el Presidente del Gobierno dejó una frase que resume perfectamente el pensamiento de cualquier progresista en materia migratoria: “Los españoles somos hijos de la migración, no seremos padres de la xenofobia. Hagamos una política migratoria de la que nuestros mayores puedan sentirse orgullosos. Y hagamos una política migratoria que garantice el futuro de sus nietos”.